sábado, 24 de septiembre de 2011

Sobre apuestas perdidas.-


He aquí el porque del título de mi blog. Saber que el amor es para compartir. Por qué? A ver, ¿por qué es para compartir? ¿Porque lo escribieron John y Paul y lo cantaban junto a Ringo y George y lo de ellos es palabra santa? ¿O por qué si aplicaramos la lógica y fueramos menos egoistas todo el mundo se amaría más?
Hace menos de 1 año le mande un mensaje a un amigo a través de mi celular que decía "tenes ganas de bancar a una amiga con el corazón roto?"... ese mensaje fue respondido unas horas después. Hoy creo que si no hubiese sido por él y por otras tantas personas que forman parte de mi vida hubiese sido imposible que hoy estuviera pensando en la idea de apostar nuevamente, "haciendo borrón y cuenta nueva" y quien sabe algún día, pueda llegar a ver en otro el reflejo de lo que soy, y por lo que nunca quise cambiar a nadie, menos a mí misma. Porque la medida el amor no solamente es amar sin medida como decía San Agustín, sino que amar es poder vernos a nosotros mismos en otros, o por lo menos eso es lo que escuche alguna vez.
Las apuestas perdidas sirven, al fin y al cabo, para saber que así como a veces se pierde también se gana y para, aún creyendo que todo está perdido cuando creíamos que lo habiamos ganado todo, siempre hay una nueva apuesta por empezar.

En todas partes.





Tal vez esta no es la mejor manera de abrir un blog, pero es sobre lo que hoy quisiera escribir para no dejar pasar este tema por alto.
Hoy es un día en el que, como todo momento de la vida en el que pasan estas cosas, me vuelvo a plantear la idea de existencia física por sobre todos los planteos seudo-filosóficos pero filosóficos al fin, porque una parte de mí, se fue. Es ahora cuando frases como "los que nos aman jamás nos abandonan porque siempre estarán en nuestro corazón" surgen de repente y me recuerdan esa gran verdad. Rowling debe haber estado muy orgullosa de toda la saga pero esa frase es la que más me llegó... ahora entiendo por qué.
Hace unos meses, mi abuela, la que nunca me falló, la que siempre estuvo ahí, con todas las manías de hincha que tenía como todo mayor, pero incondicionalmente y como pocas. 
Hoy, "el Oso", una de mis perritos, el me lambía las lágrimas cuando me veía llorar, como si entendiera lo que me estaba pasando, el que dormía con mi mamá y quien, hasta en sus últimos días, seguía cabalgando como potrillito, con sus saltitos cuando caminaba. Se fue dormido, y dejando un espacio vacío en la casa. 
Ahora es una estrella más, un angelito más en nuestro cielo.